Hay muchas formas de hablar acerca
del amor. Comúnmente se distinguen tres formas fundamentales de amor: Eros, Phileo y Ágape (palabras griegas).
El amor eros está relacionado con los sentimientos de afinidad sexual o
erótica. Se evidencia un poco de este tipo de amor en la biblia, en el libro de
“Cantar de los Cantares”, aunque la palabra “eros”, como tal, no aparece en dicho libro, ni en ninguna otra
parte de la biblia. El amor Phileo, por su parte, proviene del nombre de la
ciudad “Filadelfia”, que significa: “La ciudad del amor filial”. Este tipo de
amor denota afiliación, un amor que describe el afecto compartido entre amigos
y familiares. Estos dos tipos de amor son comunes a todos los seres humanos,
ambos son motivados por el interés propio, necesidad de protección y la
búsqueda de satisfacción de cada persona.
Agape, es el tercer tipo de amor, uno utilizado en la Biblia para
definir el amor de Dios. Muchos dicen que el amor de Dios, no puede
describirse, eso no es cierto. El amor de Dios se describe en Agape, un amor que no tiene límite, que
no hace acepción de personas y que siempre preferirá el bien de los demás,
aunque el único camino para lograrlo sea el sacrificio. Ágape es un amor incondicional y reflexivo, es el único tipo de
amor que no ha sido vencido jamás, un amor que lucha y lo da todo por ser
amado, un amor que nos demuestra que el verdadero significado de la vida es al
amor mismo y que nos vislumbra el amor de Dios.
1 Corintios 134-8a, describe el
amor Ágape, textualmente, esta es la definición que Dios nos da a través de Pablo:
“El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue […]” (NVI)
Todas estas palabras definen el
amor Ágape, el amor que Dios tuvo por
nosotros, el amor que por causa nuestra le motivó a saborear el amargo sabor
del dolor, del quebranto, de la pérdida y de la muerte. Es una de las pocas
palabras que alguna vez han definido a Dios, Dios es amor.
Sin embargo, el amor Ágape no es solo el amor que Dios tuvo
por nosotros, sino también el amor que estamos llamados a reflejar a las personas que conocemos. Que como un
espejo, ellos puedan ver la imagen de Dios en nosotros, a través del amor. Este
es el amor que el espíritu cultiva en la vida del creyente. Un amor que espera,
un amor que todo lo sufre, que todo lo soporta, un amor que lo da todo por
aquellos a quienes ama.
Por esta razón, quiero invitarte a
que cada vez que digas un “Te amo”,
reflexiones que el amor que le estás expresando a esa persona es un amor
paciente, que todo lo sufre, que todo lo espera, que no tiene envidia ni
jactancia. Que cada “Te amo”
signifique “Yo daría mi vida por ti, de
ser necesario”, "Yo me niego a mí mismo por amarte", “Yo me alegro al verte bien”. Que cada “te amo” refleje el
amor y la gracia de Dios en nuestras vidas.
—Ismael Concepción