domingo, 30 de diciembre de 2012

Un Enfoque al Marco de la Creación.




Comencé a escribir este estudio, debido a que un día me levanté con un pensamiento, que durante el servicio de mi iglesia, del día anterior, me impactó acerca de cómo los seres humanos podemos  vernos arrastrados por lo cotidiano, ignorando la parte hermosa de la vida.

En el cielo, en la tierra o incluso en nosotros mismos, la creatividad de Dios se demuestra plenamente. Somos un milagro viviente, un testimonio vivo de la Gloria de Dios, somos, adjunto de toda la creación, una alabanza viva y constante a Dios (1 Crónicas 16:31-34).

Y me choca que aun habiendo creado los cielos y la tierra, y habiéndola llenado con especies de animales y plantas, se plació en crearnos (Génesis 1:26) y en colocarnos en su creación como administradores de la misma. Me asombra también la dedicación que notablemente tuvo al momento de crearnos. El primer capítulo de toda la Biblia, el primer capítulo del libro de Génesis, habla acerca de la creación y de cómo creó Dios los cielos y la tierra. Si comparamos el momento de este capítulo en el cual Dios nos crea como especie (La especie humana), con el resto de la creación, los cuales ocupan los primeros 25 versículos, todo fue creado por una palabra de la boca de Dios, ejemplos de esto tenemos en Gen. 1:3; 1:11-12; 1:20; 1:24. Continué leyendo todo el capítulo y me di cuenta, que podía separar la creación en fases, ubicando el final de una fase ante la aparición de la frase: “Y vio Dios que esto era bueno” o “Bueno en gran manera”. 

Tomando esto como referencia, observé que una primera fase está en el versículo 4, cuando Dijo: “Y Vio Dios que la luz era buena […]” existe una inmensidad de cosas que Dios pudo crear en esta fase, desde leyes físicas acerca del fenómeno de la luz, hasta aquellas más aceptadas por la ciencia, como la teoría del Big-Bang, no obstante, no vamos a entrar en detalles de las posibilidades de cosas que posiblemente ocurrieron, ya que desvirtuarían el propósito principal de este estudio. Por ahora, lo que nos interesa es que Dios creó la luz, y vio Dios que la luz era buena.


La siguiente fase [Fase 2], termina en el versículo 10, cuando dice: “Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares, y vio Dios que era bueno”. Durante este proceso, Dios creaba las diferentes capas de la tierra. El autor habla en un lenguaje tan simple, por la simple razón de que los términos, hidrósfera, atmósfera, estratósfera litósfera se basan en términos, en su mayoría, de origen latín o griego, y sabemos que los griegos no llegaron hasta Algunos años después. Al no existir estos términos y para evitar dar argumentos sin propiedad, Moisés, inspirado por el Espíritu Santo, se limitó a decirlo en estas pocas palabras: “Dios llamó a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas Mares, y vio Dios que era bueno”. Pero no nos quedemos ahí, pasemos a lo que yo llamo: Fase 3 de la creación, la cual termina en el versículo 13.

En dicha fase, Dios creó, por la palabra, las plantas, las cuales dieron un color pintoresco y un aire de vida a toda la corteza terrestre. Pasamos a la fase 4, en la cual se habla de la luna y el sol y las lumbreras en el cielo, el sol como lumbrera mayor y la luna como lumbrera menor, una se enseñorea del día y la otra se enseñorea de la noche.




La Fase 5 va desde el versículo 20 hasta el 23. En esta fase, Dios da la palabra a las aguas, de que creen dentro de ellas a todo tipo de animales marinos, asimismo aves y todo tipo de animal que vuela. Continuando a la Fase 6, Dios ordena a la tierra que produzca seres vivientes según su género, bestias, serpientes y demás animales. Esta fase va desde el versículo 24, hasta el versículo 25.



En este momento, nos detenemos y notamos que, sorprendentemente, hay una fase aparte para nosotros del resto de la creación, mientras el resto de la creación fue creado por especie, Dios toma un tiempo especial para crearnos a nosotros. En otras palabras, ya el hogar había sido creado, ya había sido habitado, ¿Qué podría faltarle? -Seres racionales que administren todo este bien en la tierra. Y así, Del polvo de la tierra, creó Dios el primer prototipo de especie humana [Gen. 2:7], sobre el cual, cuando estuvo listo, Dios sopló su aliento, dándonos vida, y ¡poniendo un poco de Él en nosotros!

Es curioso que la Biblia dice que Dios haya respirado sobre nosotros, es decir, LITERALMENTE dice que Dios sopló “Aliento de vida” sobre nosotros, lo cual, a su vez, nos dio vida. No obstante a esto, es más curioso aún el hecho de que Dios haya realizado, con sus manos, una escultura de nosotros antes de darnos vida y es algo que personalmente me resulta gracioso, ya que me tomé la libertad de investigar un poco acerca de nuestra arquitectura fisiológica, solo para descubrir la gran belleza interna que Dios con sus manos creó en nosotros antes de soplar vida sobre nosotros, verdaderamente somos un milagro andante.

Tomemos un vistazo a uno de los 5 sentidos humanos, uno de los cinco dispositivos de entrada del cuerpo humano, el cual sirve para detectar ondas sonoras a todo nuestro alrededor.


















El oído, como le conocemos, es, a simple vista, un órgano más. A este punto, esta imagen, solo puede resultar atractiva para un(a) estudiante de medicina o un profesional de la salud, sin embargo, al analizarlo más a fondo, descubriremos su verdadera belleza.

Este órgano, puede detectar una onda de sonido cualquiera, entre los 20 y los 20,000 Hz. Las mismas, entran por el oído, chocando las paredes del conducto auditivo externo, y reciben una disminución por la obstaculización que produce el cerumen  y los pelos del oído. Las mismas ondas de sonido que aún son un “fenómeno” sin explicación científica pasan en menor proporción al oído medio, al chocar estas ondas con el tímpano, producen, en el mismo, una vibración que luego es detectada por el martillo, y traducida por el nervio auditivo.

El punto es que este aparato que tenemos aquí, es capaz de transformar las ondas sonoras en impulsos eléctricos que luego son enviados a las neuronas del cerebro para su análisis y comprensión. No se imaginan el flujo constante de energía sonora que hay entre sus oídos y su cerebro ahora mismo, Mientras yo estoy hablando sus cerebros procesan en cuestión de microsegundos cada palabra, cada silaba, cada sonido emitido por mi voz, lo transforman en electricidad y lo envían al cerebro, el cual, transforma dichos impulsos eléctricos en información codificada y compuesta, la cual, en cuestión de milésimas de segundo, se almacenan en nuestros bancos de memoria.


Incluso la primera palabra, y el primer sonido que escuchó ayer, al despertar, está almacenado en su cerebro. Es posible que no pueda recordarlo, debido a que esta información se afianza a través de la repetición, y cuanto más fuerte sea el refuerzo, más fácil de encontrar será dicha información, valga la redundancia. De manera que si a ése primer sonido que escucho al despertar, no le prestó atención, y no hizo un intento por retenerlo, queda almacenado en lo profundo de su cerebro, esperando por llegar a ser utilizado algún día.

Dicho sistema neuronal nervioso, en conjunto con todos los sistemas de percepción de nuestro cuerpo fueron diseñados por las propias manos de Dios. Lo digo para que dejemos de verlo, en Génesis 1:7, como una simple escultura de lodo, y comencemos a verlo como una compleja obra de arte. Somos un milagro, y basta con conocer nuestro funcionamiento para ver la mano de Dios obrar cada día, ya que cuando conocemos estas cosas nos acercamos más sinceramente a Dios.

Dios nos creó para que reflejemos su gloria como parte de su creación, una gloria inigualable e incomparable, para que demos testimonio de su grande majestad, reino y poder, así como también su grande amor, creatividad y detallismo. Por dicha razón, no es de sorprender que cosas tan sorprendentes como nuestros sentidos formen parte de nuestra vida diaria.

Después de haber creado todo el planeta y luego de haberlo habitado con animales y plantas, Dios decidió tomar tiempo para nuestra creación, aparecimos nosotros como fruto de ese esmero de Él mismo en crear una especie con la cual pueda pasar tiempo de caridad, una especie que sea también capaz de administrar todo lo que Él había creado. Nuestro lugar está en los brazos de Dios, Él nos conoce, Él sabe como funcionamos y todo lo que necesitamos para vivir y ser felices en esta vida.

No importa cuál sea nuestra necesidad, dolor o sufrimiento, Dios puede llevarlo, Dios puede darle una solución, trastornar nuestra situación para bien y hacer que todo obre a favor nuestro.  Dios es real, Él nos creó, así que no debemos dudar en que su favor para nosotros se demuestra cada día y se renueva cada mañana.

miércoles, 31 de octubre de 2012

El Pecado - Una Lucha Contra Tí Mismo

Cómo luchar contra algo que no morirá hasta verte muerto, cómo vencer en esta tan ardiente batalla a la que nos enfrentamos todos los días de nuestra vida.

Tanto tratamos, como creyentes del amor de nuestro Señor, de hacerla morir, pero cuando más nos confiamos, en ese momento se manifiesta, dejando en nosotros ese amargo sentimiento de dolor profundo, por que le hemos fallado, una vez más, a nuestro creador.


No obstante, luego de este momento de culpabilidad, brota, de aquellos quienes a pesar de todo desean agradar a su Señor, una profunda reflexión acerca del perjurio que contra sí mismos y la rebelión que contra su Dios han cometido. Cómo empezo todo esto? Pues bien sabemos que todo tiene un comienzo y que así mismo todo pecado una premeditación, formulamos esta pregunta con la esperanza de no caer en el mismo error dos veces, Qué me indujo a pecar? Qué estimuló mis humanos sentimientos hacia esta dulce sensación, pero luego amarga culpa? - QUÉ MÁS QUE TU PROPIA CONCUPISCENCIA!, el problema es, de dónde proviene la misma. De esta manera, nos remontamos al edén, lugar donde la especie humana era el tope de la creación, lugar donde el Hombre fue creado bajo una notable perfección, sin embargo, esto que Dios mismo puso en nosotros, el primer Hombre desaprovechó al extender su mano y comer del fruto, lo más egoísta que hasta este punto algunos llegamos a crear pensamientos de que quizás la culpa fue de Dios al tentarnos de esa manera, pero, acaso no nos dio él mismo la vida, acaso tampoco puso en nosotros perfección, acaso nos era imposibles serle fiel, acaso no hubiéramos recibido aún mayor gloria si no hubiésemos pecado? Fueron nuestras propias manos que se extendieron y tomaron del fruto que había sido prohibido con grande anticipo de parte de Dios.

En lo personal, confieso que, en este ámbito, tengo una gran duda, la cual hago saber: "Por qué tenemos que repetir durante toda nuestra vida esta historia?". Es decir, por qué una y otra vez tomamos del fruto, pero ahora no de el del conocimiento del bien y el mal, sino del fruto del pecado, una analogía que entra en contradicción con muchos intelectuales, quienes dicen que el pecado no da frutos, sino que solo manifiesta obras. Esta última  afirmación, es algo que hasta cierto punto comparto, puesto que comprendo claramente mucho de lo escrito por Pablo en cada una de sus epístolas, sin embargo, comparando el pecado con un árbol, el cual dé frutos, en semejanza con la inicial analogía real, propuesta por el mismo Dios y dada a conocer a través de Moisés,  creo que también pueden llamarse frutos a las "obras de la carne", más retomando la pregunta inicial de esta idea, qué nos hace volver a desear el fruto de este árbol una y otra vez? Será que con esta acción de Adán nuestra propia naturaleza se vio afectada? Sea como sea, hoy por hoy, muchos grandes ministros del Señor, han caído en una grande penuria y mucho más grande culpa, por el simple hecho de haber pecado.

Tantas preguntas y tan pocas respuestas, algo que una vez más deja claro lo finita que es nuestra mente. Por qué, si ya hemos vencido a través de Cristo el pecado, sentimos aún las secuelas de la desobediencia de Adán? Y no es mi deseo orientarles a que el sacrificio de Cristo no fue suficiente, pues creo que la voluntad Buena, Agradable y sobretodo PERFECTA de Dios se cumplió hacia la humanidad a través de Cristo, sino que reflexionemos un poco, si no tenemos luchas en la tierra, entonces, cuál sería la gracia de ser galardonados en el cielo? Acaso no se esforzaban tanto los apóstoles en comparar el evangelio que vivimos con una carrera, la cual, aunque es larga, acoge al final de sí, un galardón para todo el que termine, y qué mayor gloria que tener el privilegio de estar al lado de Dios mismo, que mayor honor que que nos sea quitado este peso de la carne que toda nuestra vida nos ha pesado.

Es por esta razón que considero inminente y a su vez necesaria la lucha contra nuestra propia naturaleza, haciéndola morir con ayunos y la transformación, en la palabra, de nuestras mentes carnales a mentes espirituales. Es mi deseo lograr esto, por lo que, al igual que el escritor de la epístola a los Hebreos, siempre mantengo un enfoque en Jesús y en su muerte, pienso que si hubo uno que, aún siendo inocente, sufrió la muerte que por mi pecado yo tenía que sufrir, entonces por qué he de rendirme en esta carrera al final de la cual un grande galardón me espera. Sigamos el blanco de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús. 

martes, 10 de abril de 2012

La rudeza no es franqueza ni la hipocresía sensibilidad.


Los seres humanos tenemos que lidiar con el deseo interior de cumplir el mínimo esfuerzo en nuestras relaciones interpersonales. Muchos, no llegan a superarlo y andan soltando inepcias por doquier, sembrando dolor, amargura y a veces hasta rencor en las mentes de las personas, condenándose a sí mismos ante la sociedad.  Ya decían los filósofos que defendían el pesimismo en la conducta del Hombre que las personas son de por sí malas y que por más que intentemos, no alcanzaremos a ser perfectos. Ciertamente la perfección solo Dios la Tiene, sin embargo, no es lícito destruir con palabras lo que con esfuerzo otros construyen.

Si bien es cierto que nacemos en la maldad heredada desde los inicios de la humanidad y que nos impulsa a rendirnos ante lo pésimo, nuestro deber como seres racionales es de luchar contra esta y vencer. La sensibilidad de las personas, e incluso los buenos modales y la educación en que fue formada, se refleja en la voluntad, deseo y esfuerzo por sembrar lo bueno y cosechar lo excelente. ¿Qué siempre habrá gente que comentará negativamente acerca de nuestras acciones? – ¡Cierto!…  Sin embargo, no es igual cuando lo hacen teniendo razón que cuando lo hacen sin fundamento en sus palabras. La seguridad personal que recibimos cuando tenemos tacto en el trato con los demás, vale cien veces más que el auto-refuerzo ególatra que recibimos cuando somos rudos con alguien, así que ¿Por qué no esforzarse?

El verdadero tacto es solo una de las derivaciones del poder de las palabras y su repercusión en las demás personas. El sabio Salomón decía:
“[…] La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor. La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará sandeces. […]” Esta afirmación fue plasmada en el libro de proverbios, el cual ha ayudado a muchas personas: a superar la mediocridad de su lengua y agarrarse de manos con la sabiduría del buen trato.Esta mediocridad nos impulsa hasta cualquiera de los dos extremos: El de hablar desconsideradamente y la consideración a nivel de hipocresía hacia los demás.

Las personas con un bajo nivel educacional tienden a cometer errores por la falta de buenas costumbres en ellas. ¿No pueden dar de lo que carecen? ¡Cierto!  Pero también pueden optar  por buscar lo que no tienen.  A través de la historia tenemos ejemplos de personas que han trastornado el mundo y cuyo preceder no fue el mejor. Todos tenemos la capacidad, más no todos nos decidimos a combatir la mediocridad. Es como el muchacho joven del que hablaba Grace Stuart En su texto “Conversar y Convencer” el cual irrumpió con una observación que pudo tomarse hasta de inmoral en un grupo de personas: “Su error fue creer que un mutilado puede llevar una vida normal.” dijo, sin tener en consideración que en dicho grupo había un lisiado presente.


Podemos tener tacto sin necesidad de ser hipócritas, podemos ser sinceros, sin necesidad de ser rudos. No sucumbamos ante la mediocridad de nuestra naturaleza humana, puesalgún día lo lamentaremos. Fomentemos y utilicemos el tacto en nuestras relaciones interpersonales, y algún día lo agradeceremos. La capacidad de sentir y compadecernos del dolor del otro es lo que nos hace seres humanos, cuando olvidamos esto, perdemos nuestra naturaleza. Sentir es vivir, dar un buen trato es vivir con excelencia.