Muchos
consideramos el alma como el centro de las emociones y de esa misma manera,
llamamos "alma" a ese aliento de vida que Dios en un principio puso
en nosotros (Gen. 2:7). La Biblia nos dice que este "Aliento de vida"
salió de Dios y nos hizo seres vivientes. Note esto: Los demás animales y seres
vivientes ya poseían vida ¿Qué de especial teníamos nosotros que Dios quiso
sacar algo de él y ponerlo en nosotros?
El
retrato de la creación pinta a Dios como un ser creativo e inspirado a realizar
una obra de arte que resonaría en un plano multi-dimensional, capaz de
expandirse exponencialmente. No obstante, el eco de su creatividad no solo
resuena en todo el universo, sino que también resuena dentro de nosotros, con
sonido propio. No solo somos capaces de sentir las mismas emociones que siente
Dios, sino también experimentar de su creatividad y ser participes de su obra,
por medio de esta capacidad de inspirarnos a través de él.
Las emociones y la creatividad.
Las
emociones son parte integral de nuestra vida, mucha gente hasta diría que las
emociones nos hacen humanos. De hecho, si entablásemos un estudio,
comparándonos con cualquier otra especie de cualquier otra familia animal,
descubriríamos que a diario experimentamos más emociones que cualquier otro ser
vivo en el planeta. No obstante a esto, ¿Nos diferencian las emociones del
resto de los seres vivos? ¡Para nada!
"Los monos enrojecen también de
cólera. He observado bastantes veces en uno de mis hijos, de menos de cuatro
meses, que el flujo de sangre que enrojecía su pequeño cráneo calvo era el
primer presagio de un acceso de cólera."
—Charles Darwin, 1872.
No
nos cuesta analizar mucho este argumento para razonar su veracidad. Si bien las
emociones no nos hacen humanos, quizás sí lo sea la forma en que las
manifestamos. Los seres humanos somos capaces de crear bellas obras, ya sean arquitectónicas,
artísticas o mecánicas; somos capaces de innovar, de descubrir y crear cosas
nuevas, motivados por nuestras emociones. En cada uno de nosotros, hay un
potencial, puede hasta considerarse infinito para crear a partir de lo creado.
Creatividad y Motivación, un ciclo
infinito.
Erwin
Raphael McManus, autor del libro "El Alma de Un Artesano", nos dice
que "hemos sido creados para crear". En su libro, nos da una
perspectiva deslumbrante acerca de la inmensa creatividad que Dios puso en el
Ser Humano. Podemos describir la creatividad como ese potencial para crear o
construir cosas nuevas.
No
obstante a esto, creo que debe haber algo más, es decir, ningún potencial es
capaz de generar un trabajo, sin una fuerza que se le aplique. Analicemos un
poco más a fondo las variables que tenemos hasta ahora, provenientes del alma.
El
ánimo es lo que hace a un ser vivo estar vivo, en el caso del ser humano, por
medio de la Biblia, creemos que esta vida proviene del alma, que es el aliento
que Dios puso en nosotros.
El
ánimo es la materia prima de las emociones, solo hay que estar vivo para
sentir. Si vemos el alma como el centro de las emociones y aceptamos como
válida la idea de que los animales son capaces de sentir algunas emociones
primitivas, sin ignorar el hecho de que existe una diferencia entre la forma en
que se manifiestan las emociones animales y las emociones humanas. Podríamos,
en este caso concluir que las emociones son la materia prima de la creatividad.
La
creatividad se hace presente cuando hay en nosotros un cúmulo de emociones. La
creatividad es una característica presente en la manifestación de una emoción.
Sea cual sea la emoción en cuestión, necesitamos creatividad para poder
manifestarla (Véase Efesios 4:26).
El
enfoque que se le da a cualquier emoción, es lo que llamamos sentimiento. Las
emociones provocan sentimientos en nosotros y estos sentimientos son
seleccionados por la inteligencia emocional de cada persona. La inseguridad,
por ejemplo, es un producto de la incertidumbre, que es un factor externo y el
temor es un producto de la inseguridad. La inseguridad es inevitable cuando hay
incertidumbre, pero el sentir temor es una decisión que depende de nosotros.
No
obstante a esto, ni la creatividad, ni el ánimo, ni las emociones, son
suficientes en sí mismas para provocar que una persona cree o construya algo
nuevo. Es la motivación la variable que genera este vínculo entre todos los
factores anteriormente mencionados. La motivación hace que las emociones
generen creatividad, lo cual nos lleva a crear e innovar.
Lo
que muchos de nosotros ignoramos, es que Dios nos hizo seres infinitamente
creativos, es decir, piensa en cuánto repetimos este ciclo:
Acumular
emociones -> Motivarnos para ejercer
un trabajo a partir de las emociones que acumulamos -> Generar creatividad y realizar el trabajo.
Los
seres humanos somos una fuente infinita de emociones, las emociones generan
creatividad. Es decir que si necesitas creatividad para iniciar un nuevo
proyecto, posiblemente lo único que necesites sea analizar qué factores te
emocionan al respecto y de ti surgirá la motivación suficiente para ejercer
este trabajo y generar creatividad.
¿Cuándo
muere nuestra creatividad?
Nuestra
creatividad nunca muere, la creatividad está presente en cada manifestación de
nuestras emociones. De hecho, necesitamos creatividad para asignar un sentimiento
a cada emoción. Los psicólogos definen los sentimientos como una evaluación
consciente de nuestras emociones, por lo que escogemos, en base a una emoción,
un sentimiento y en base a este nos comportamos.
A
diario estamos acumulando emociones, a diario nos motivamos a realizar cosas,
sin embargo no las realizamos porque no nos sentimos lo suficientemente capaces
de realizar lo que nos motivamos a hacer. De esta forma nos conformamos con lo
que está bien y no vamos por lo que puede trascender nuestra realidad.
Pero,
si la creatividad no muere ¿Qué hace que paremos de crear?
Al principio de este artículo, expliqué que la creatividad era una reproducción del
eco de la voz de nuestro creador en el universo. Esto no es más que una manera
alegórica de decir que la creatividad de nuestro creador se reproduce en
nosotros, a través del alma que él puso en nosotros. Sin embargo, utilizamos
esta creatividad a diario para cosas negativas, para proferir palabras en
contra de otros seres humanos, para hacer daño, para mentir, para robar, para
engañar a otros, hacer nuestra vida más fácil a costa de la felicidad ajena. En
conclusión, utilizamos la creatividad en mayor proporción para el mal, de lo
que la utilizamos para el bien.
Como
sabemos, a la entrada del pecado, la naturaleza perfecta de la imagen de
nuestro creador en nosotros se vio contaminada. De esta misma forma, también
nuestra creatividad. El enemigo de la justicia, quien tentó en el principio a Adán y a Eva, se
ocupó en guiarnos a apartarnos cada vez más de Dios a través de nuestra
creatividad. Satanás le enseñó a la humanidad a utilizar aquello que Dios había
puesto en ellos para reproducir lo bueno, para reproducir lo malo. De esta
manera se crearon los ídolos, la Biblia califica de tontos a esas personas que
hacen o adoran ídolos (véase Isaías 44:6-20), por lo absurdo que es el hecho de
que la humanidad deje de adorar al Dios que les creó, para adorar a una imagen
creada por ellos mismos.
Esta
fue la estrategia que utilizó el Diablo: Utilizar lo que Dios puso en nosotros
para adoración, para convertirlo en una maldición para toda la humanidad. De
ahí el hecho de que la humanidad no pueda sentirse satisfecha con su trabajo en
la tierra, porque ha estado caminando con las manos todo el tiempo. Las cosas
que fueron creadas para un fin, las utilizamos para lo contrario, volviéndolas
un absurdo y un insulto a la pureza de todas las cosas.
La restauración del alma del hombre.
Restaurar
significa volver al estado original, por lo tanto, cuando hablamos de restaurar
el alma del Hombre, hablamos de orientarla hacia lo que estaba determinada a
ser. Al momento de su creación, la
humanidad no pretendía ser lo que es ahora, no había maldad, envidia o
avaricia. La humanidad era una creación pura, orientada a la administración de
la naturaleza, esta especie tenía la tarea de liderar la creación en un ciclo
de adoración infinito, puro y sin mancha.
La
maldad tomó el dominio de la humanidad y con ella toda la perfección de la creación colapsó. Aún pueden verse reflejos de lo que era en un
principio, pero una vez contaminada, no era posible hacerla regresar a su
estado original, a no ser por medio de una creación perfecta injertada a la
creación original.
De
esta manera entró Jesús, quien es una instancia de Dios en la humanidad. C.S.
Lewis, comparó esta instancia de Dios en la tierra, con Hamlet y Shakespeare,
dijo que para que Hamlet pueda conocer a Shakespeare, Shakespeare debería
escribirse a sí mismo en la historia de Hamlet. Algo similar fue lo que hizo
Jesús cuando vino a la tierra. Al morir, su perfección fue un pago más que
suficiente por nuestra rebelión, pues él no merecía morir, porque nunca pecó,
el pecado nunca entró en él. Dios tuvo que romper la ley de la muerte eterna,
para poder darnos la vida que perdimos en un principio y con esto restaurar
todas las cosas.
Entre
estas cosas que Dios restaura por medio de Jesucristo, está el alma del Hombre.
Jesús predicó buenas obras y predicó a la conciencia del Hombre, por encima de
que iba a morir por toda la humanidad. Esto lo hizo porque, para poder aceptar este nuevo pacto
que Dios establecía con la humanidad, era necesario un cambio de mentalidad.
El
alma del Hombre se restaura cuando este empieza a valorar lo bueno y a alejarse
de lo malo. De esta manera surgen en la persona sentimientos sanos y por
consiguiente una inspiración genuina,
orientada hacia el bien, la justicia y la pureza.