domingo, 17 de abril de 2016

Un Poema: Regresando del Naufragio



I
Perdido en el mar anduve,
Sin brújula alguna de guía.
Cuan náufrago: sin destino,
Cuan tonto: sin sentido
Anhelando de su voz,
Y apreciada compañía.

II
En la noche y en el día,
Me atacó Melancolía,
Mis cuentas al viento rendía
Con moneda devaluada
Entre lágrimas saladas
Y canción sin melodía
Levantaba una poesía
Aquella alma delirante

III
Ya no tenía un norte,
Pues todo allí era incierto:
Si despierto o dormido,
Nada rimaba conmigo.
Porque un náufrago en el mar
Es como un pez fuera del agua:
Muy lejos, la vida que ama.
Sintiendo la brisa entrar
Fluyendo entre sus escamas.

IV
Más un día alcé mis ojos a los montes y vi a aquel
Que desde antes de nacer, por mi nombre Me llamaba
Aquella voz de gracia perforó la oscuridad
Y ese faro iluminó el abismo donde me hallaba.

V
Mis temores, como olas, besan la orilla de su gracia
Y se secan en la arena de su amor.
Puedo sentirme seguro en el puerto en que he encallado
Porque recibo el abrazo del abrigo del Señor.

VI
Han llegado las olas a la orilla.
Han tocado la arena en las costas.
Hoy en día mi alma reposa,
Aún en la brisa tormentosa,
Entre nubes negrosas
Y relámpagos cegantes
La luz del maestro siempre prevalece,
La luz del Maestro, siempre brilla.

- Ismael Concepción, 2016 -

domingo, 14 de febrero de 2016

Un Poema: Amor Eterno



"Con Amor Eterno te he amado; Por tanto, te he atraído a mí con gracia" (Jeremías 31:3)

I
Un amor eterno ha tocado mi vida,
Me ha amado conociendo mis verdades y mentiras,
Lo ha hecho conociendo mis victorias y caídas
Y como si lo mereciera,
Lo ha hecho sin medida:

II
Tan alto,
Tan vasto, tan lleno y tan profundo
Que ama al rico y al pobre por igual.
Ese amor vino del cielo a este mundo
Y se encarnó en una persona singular:

III
En carne estuvo presente en Jesucristo,
Pero en espíritu en su iglesia está habitando,
Esa novia tan hermosa y tan pura
Que un día esperado, con Jesús se casará.

IV
Yo soy parte de ese cuerpo que es la iglesia,
Ese cuerpo con Jesús a la cabeza.
Que va dejando hermosas huellas de gracia,
Al caminar por donde solo había tristeza.

V
Sopla vida en los desiertos y montañas,
En los valles, las costas, los mares,
En las calles, las casas y en todos los lugares, deja huellas de este amor que nunca cambia.

VI
Espero fiel ese momento
Cuando Cristo volverá,
Su Palabra nunca falla,
Sus promesas nunca mienten,
Su Palabra es para siempre
Sus promesas cumplirá.

VII
Oh Jerusalem,
Algún día me verás
Disfrutando ver el rostro
De mi Padre celestial.

VII
Oh Jerusalem,
Algún día escucharás
La canción que cantaré en presencia del Cordero,
Al unísono del cielo
Tu gloria resonará:

IX
Digno es el cordero inmolado,
Digno es el rey resucitado,
Digno es Jesús, mi Cristo amado,
Sea perpetua su alabanza
En toda la eternidad.


Ismael Concepción, 2016

domingo, 24 de enero de 2016

Un Poema: 19





I
"Un día emite palabra a otro día
Y una noche a otra noche declara sabiduría"

II
El alma humana anda buscando en todo el mundo a la verdad.
Quiere bailar con ella en la danza de la vida
Y rechazar siempre que pueda a la mentira
cuando esta así la invita, a bailar.

III
Así crece en nosotros la conciencia,
El deseo natural de que la verdad salga a la luz
De conocerla y darla a conocer,
De invitarla, si es que ha muerto, a renacer.

IV
Las verdades son propias, no ajenas.
Son objetos no sujetos a experiencias y a vivencias.
Tienen su lugar en el tiempo y el espacio
Y uno tiene su lugar en ellas, a través del vivir.

V
Mirando hacia el pasado, encontraremos nuestra historia
Mirando hacia el futuro: Nuestro porvenir.

VI
Son como los carros, en las avenidas:
Pasan por la vida
Apresurándose veloz.
Se escapan como agua entre los dedos de la gente,
Corriendo contra el tiempo como agujas del reloj.


VII

¿Por qué somos incapaces de entender lo que escuchamos?
Lo vemos con los ojos, más no lo interpretamos:
este mundo, esta vida,
este universo,
esta sinfonía que recita día a día
Las bellas melodías
Que ninguno de nosotros se detiene a escuchar.

VIII
Porque creemos que nuestra realidad es otra,
Creemos que el sufrimiento opaca la belleza,
Que hace mucho ruido, que opaca el sonido
De esta hermosa y meliflua Creación, que ofrece una perfecta adoración a su creador
...Supremo
... Y perfecto.

IX
La verdad es todo lo contrario:
No escuchamos el sonido, porque nosotros mismos preferimos ignorar.
Preferimos ocuparnos en las cosas de este mundo
Como si este mundo mismo no fuera algo temporal.

X
Busca la verdad,
Mientras vivas esta vida,
En cada paso, cada pulso,
Cada impulso, cada beso,
Cada abrazo, cada pensamiento.

XI
Vive el momento.
No te olvides del pasado y detente a escuchar,
A ver, a pensar.

XII
No hay mayor derrota...
No hay mayor naufragio...

XIII
No hay mayor deshonra que creer una mentira,
No hay mayor mentira que vivir en falsedad.

Ismael Concepción, 2016.

miércoles, 11 de febrero de 2015

¿Cuál Debe Ser Nuestra Actitud Ante La Voluntad De Dios?



"Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos."
Isaías 55:8-9.




Los caminos del Señor son más altos que los nuestros y sus pensamientos, sin duda superiores. Debemos tener claro que hacer la voluntad de Dios representa hacer algo que está fuera de nuestra liga, representa hacer algo que sobrepasará nuestra capacidad. En orden de hacer la voluntad de Dios tendremos que aprender que para permanecer en ella, es imprescindible mantener una actitud de humildad y asombro.

En primer lugar, es necesaria la humildad, más ¿Por qué es necesaria? ¿Por qué, para hacer la voluntad de Dios, precisamos hacerlo sin arrogancia y sin orgullo propio?

Si leemos en 1Corintios 1:28-31, notamos que Dios escogió lo vil del mundo, lo que no es nada, para anular lo que es. Esto fuimos nosotros, antes de ser rescatados por esta gracia salvadora, que es en Cristo Jesús; Lo vil y lo despreciado del mundo. Por eso en los versos 30 y 31, Pablo nos recuerda que debemos ser agradecidos de Dios, porque por Él estamos unidos a Cristo, quién es nuestra justificación, nuestra santificación y nuestra redención.

¿Quién merece la misericordia de Dios? ¿Quién de nosotros merece su amor? Ninguno de nosotros lo merece. Ninguno —estando fuera de Cristo— merecía ser llamado ministro del Señor, ninguno de nosotros merecía ser llamado hijo de Dios y mucho menos hacer su voluntad y si ni siquiera eso merecíamos, cuanto menos merecemos: hacer su voluntad a nuestra manera.

Aceptar que “Sus caminos son más altos que los nuestros”, es simplemente aceptar que su manera de hacer las cosas deberá ser, sin duda alguna, la manera de hacer las cosas.

Antes de proseguir, debo aclarar algo y es que el hecho de que debes mantenerte siempre humilde, no quiere decir que debas auto-descalificarte o auto-desalentarte, cuando veas que las cosas están saliendo diferente a como esperabas. Sino que debes aceptar que este gran tesoro, esta grande gloria —que es hacer la voluntad de Dios— viene de Dios y va dirigida hacia Dios y que en todo este proceso, tú solo eres la vasija que Él utiliza para portar su gloria. “Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros” (2Corintios 4:7).

En segundo lugar, nunca deberíamos perder el asombro. La voluntad de Dios, siempre será más grande que nuestra capacidad. Veamos todos los hombres de Dios, ¿Cuáles eran sus capacidades? Moisés era tartamudo, Jeremías muy tímido, Pedro muy Rudo, Pablo muy religioso ¡Y qué obras tan maravillosas realizó Dios a través de ellos! Dios siempre estará superando tus expectativas, siempre estará haciendo más de lo que imaginabas.

A sabiendas de esto, es mi deber exortarte: No pierdas el primer amor. No pierdas el sentido de asombro. Cada vez que Dios haga algo asombroso, mantenlo siempre como lo que es: Algo asombroso que Dios hizo. Nunca traspases la puerta del "escepticismo cristiano", mantente siempre como un niño —de hecho, la pérdida del asombro, está ligada a la pérdida de la inocencia, pero ese no es el tema aquí—. Por lo pronto, quiero pedirte que sigas siendo ese niño o esa niña que Dios ama y que quiere usar para su obra, sigue siendo esa frágil vasija de barro que porta la gloria del Dios todopoderoso.

Dicho eso, espero que Dios te utilice de manera sobrenatural para bendecir nuestra generación. Que seas de bendición para muchos, como ministro(a) de Dios, mantén siempre la humildad y Dios nunca dejará de asombrarte con maravillas y prodigios.

Dios te bendiga,
Hipólito I. Concepción.