"Con Amor Eterno te he amado; Por tanto, te he atraído a mí con gracia" (Jeremías 31:3)
I
Un amor eterno ha tocado mi vida,
Me ha amado conociendo mis verdades y mentiras,
Lo ha hecho conociendo mis victorias y caídas
Y como si lo mereciera,
Lo ha hecho sin medida:
II
Tan alto,
Tan vasto, tan lleno y tan profundo
Que ama al rico y al pobre por igual.
Ese amor vino del cielo a este mundo
Y se encarnó en una persona singular:
III
En carne estuvo presente en Jesucristo,
Pero en espíritu en su iglesia está habitando,
Esa novia tan hermosa y tan pura
Que un día esperado, con Jesús se casará.
IV
Yo soy parte de ese cuerpo que es la iglesia,
Ese cuerpo con Jesús a la cabeza.
Que va dejando hermosas huellas de gracia,
Al caminar por donde solo había tristeza.
V
Sopla vida en los desiertos y montañas,
En los valles, las costas, los mares,
En las calles, las casas y en todos los lugares, deja huellas de este amor que nunca cambia.
VI
Espero fiel ese momento
Cuando Cristo volverá,
Su Palabra nunca falla,
Sus promesas nunca mienten,
Su Palabra es para siempre
Sus promesas cumplirá.
VII
Oh Jerusalem,
Algún día me verás
Disfrutando ver el rostro
De mi Padre celestial.
VII
Oh Jerusalem,
Algún día escucharás
La canción que cantaré en presencia del Cordero,
Al unísono del cielo
Tu gloria resonará:
IX
Digno es el cordero inmolado,
Digno es el rey resucitado,
Digno es Jesús, mi Cristo amado,
Sea perpetua su alabanza
En toda la eternidad.
Ismael Concepción, 2016